Por: Patricio Trigo Reyes
El miércoles 23 de noviembre
recién pasado en la
Universidad de Tarapacá de Arica, el historiador social
Gabriel Salazar, aprovechando su participación en un Seminario de Patrimonio
Cultural y Participación Social, fue invitado por un grupo de estudiantes a ser
parte de un foro, donde el académico era el principal protagonista. Su
exposición fue bastante general en torno a los alcances de los movimientos
sociales, en particular de la lucha estudiantil de este año, y sobre el
concepto de ciudadanía que maneja él y un sector importante de la
intelectualidad academicista, de la izquierda y de la Concertación, incluso
hasta de la derecha.
Es importante destacar el aporte
que realiza Salazar en la escuela historiográfica de la “Nueva Historia”, pocos
podrían negar eso. El trabajo que realiza referente a la historia social marca
un importante hito en historiografía chilena, a pesar de las limitaciones que
existen en la dimensión política de su obra. Por ejemplo, en el campo de la
historia económica y social del siglo XIX en Chile. Pero al mismo tiempo, es
importante revelar los límites de algunos de sus planteos y el carácter reformista, autonomista y populista que están
de moda e inciden bastante en su concepto de ciudadanía en los marcos de la
democracia liberal burguesa, atrayendo a muchos sectores estudiantiles y
profesionales tras sus entramados interpretativos de la realidad.
Por un Estado mas “eficiente”….
Sostiene que el Estado neoliberal
está enfermo, con severas patologías. Que se trata de un Estado que está en una
“crisis terminal” porque es “ilegítimo” en su génesis constitucional, porque es
“ineficiente” económica y socialmente, y porque es “no representativo” en la
esfera del quehacer político y de la institucionalidad parlamentaria. Por tanto,
se requiere de una fuerza que logre darle el tiro de gracia; a esa fuerza le
llama ciudadanía. Pero no dice como “matarlo”. Se limita a expresar que existe
una situación pre-revolucionaria, la que ha sido provocada por la emergencia de
los movimientos sociales y ciudadanos que reclamarían cambios estructurales en
el modelo de sociedad actual, pero no para derrumbar un Estado y levantar otro
absolutamente distinto, sino que para
“aggiornar” al muerto.
¿Pero qué hay que construir sobre
el cadáver? La respuesta de Salazar deja atónito: “construir un Estado más
eficiente” no para acabar con el capitalismo, sino para recrear un nuevo
capitalismo. Es el elemento clave para pasar de un capitalismo “equivocado e
ineficiente” a otro capitalismo “adecuado”, en que las masas desarrollen su
potencial humano protegidos por un Estado de bienestar. Su concepto de
eficiencia tiene un carácter claramente noreurocéntrico, pues cree que el
capitalismo no se acabará, sino que evolucionará a otra fase donde se expandan las
potencialidades del ciudadano.
Ciudadanos todos….
¿De qué ciudadanos está hablando?
Cuando trata de avanzar más allá en el concepto de “movimiento ciudadano”,
termina legitimando una especie de categoría de ciudadanía extensiva, y con
ello quiere opacar la existencia de la sociedad de clases porque “todos” somos
ciudadanos igualados en la comunidad de intereses y justifica por consiguiente
que la burguesía financiera-mercantil también tiene poder ciudadano basado en
la soberanía popular y que pueden entonces participar en igualdad de
condiciones con todos los demás ciudadanos; o cuando dice que el capitalismo no
se puede reemplazar, que sólo hay que remozarlo y humanizarlo. Es decir,
justifica que “los ricos” tiene los mismos derechos a la “participación
ciudadana”, y por tanto, no se los debe excluir de los movimientos sociales y
ciudadanos para construir una sociedad más justa.
Finalmente, cuando es interpelado
para referirse al marxismo y al “viejo Marx”, desliza un cuestionamiento a la
teoría y práctica revolucionaria socialista, porque sería algo ya añejo, casi
inservible, que su vigencia es sólo teórica academicista y una herramienta
conceptual, ya superada como teoría revolucionaria por los avatares de la
modernidad capitalista. A pesar de que su método de análisis e interpretación,
sobre todo el historiográfico, es tendencialmente marxista, actualmente
desarrolla interpretaciones idealistas, culturalistas y subjetivistas,
influenciadas por muchos elementos de las teorías postmodernas. Es decir,
vulgariza al marxismo, lo convierte en algo estático, aunque pretenda reconocer
la importancia de la dialéctica, pero sin apellido, desconociendo o minimizando
los aportes que realizaron figuras de la talla de Lenin y Trotsky. Es decir,
estamos en presencia de ese Salazar que niega la lucha de clases, que “busca un
proyecto autonomista y libertario, independiente de los partidos políticos de
izquierda y del Estado”, y que levanta un nuevo sujeto ciudadano en una
concepción liberal – popular que reemplaza al sujeto obrero como protagonista
de la lucha de clases.
Para una mayor ilustración del lector acerca del contraste
de la historiografía marxista clásica, la cual reivindicamos, entroncada en la
tradición de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, versus la liberal-popular que
expresa Salazar, recomendamos al lector el extenso trabajo de tesis de Miguel
Fuentes Gabriel Salazar y la "Nueva Historia Social". Elementos para una polémica desde el Marxismo clásico.
Acerca la dinámica del Capitalismo, y la necesidad de dar una
respuesta desde el Marxismo revolucionario a las profundas transformaciones del Capitalismo del Siglo XX, recomendamos la elaboración de nuestra Corriente Internacional en la
Revista Estrategia Internacional Nº 21:Discutiendo desde Trotsky las ideas dominates de nuestra época.
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