sábado, 7 de enero de 2012

La Asamblea Constituyente. Los Trotskistas y la diferencia con los reformistas.


¿Por qué es necesario luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana en base a la Movilización? ¿Y cuál es la diferencia entre esta consigna y la de los reformistas?

Dolores Mujica

Nuestra organización lucha por la revolución obrera y socialista. Es este su objetivo principal. Considera que no existe ningún sector de la burguesía nacional que pueda cumplir un rol revolucionario y que por lo tanto no es posible pensar, sin merecer el epíteto de traidor, en ningún tipo de alianza, en ningún terreno, con ningún sector burgués.

El poder de la burguesía radica en que tiene el control sobre los medios de producción, es dueña de las fábricas, de las empresas, y ha constituido su propio gobierno para defenderlas y mantener el orden establecido. Pero los medios de producción no funcionan gracias a los capitalistas, funcionan gracias al gasto de la fuerza de trabajo que hacen los obreros. A las miles y miles de horas de trabajo que cada trabajador en el cobre, la construcción, las pesqueras, y la infinidad de empresas existentes en Chile, dedica como explotado a los capitalistas. Es la clase obrera por lo tanto, por su lugar objetivo en los medios de producción, la única clase capaz de terminar con el poder de la burguesía. La única clase en la sociedad capitalista que puede cumplir un papel verdaderamente revolucionario, en alianza con el resto de los sectores explotados y oprimidos.


Pero esto no lo entienden así los reformistas. Para el Partido Comunista existen en Chile sectores de la burguesía con quienes están dispuestos a hacer alianzas de cualquier tipo, como lo reflejan los pactos y los llamados a votar por la Concertación, y como ya lo reflejaban en los ´70 –e incluso mucho antes- en la Unidad Popular con un frente que buscaba la alianza con sectores “progresistas” como la Democracia Cristiana (!).

Ante esta concepción y ante esta práctica política, es necesario oponer la concepción de que la burguesía es hoy una clase enteramente reaccionaria. Sus gobiernos van cambiando de forma, y sus distintas fracciones internas se imponen por sobre las otras en momentos históricos determinados. Así la forma de la dictadura de Pinochet cambió para abrirle paso a la democracia burguesa en los ´90 como una forma diferente, pero que en su contenido, los empresarios siguen imponiendo una dictadura. Vivimos sometidos bajo su represión en las fábricas, en las poblaciones, en las escuelas. La burguesía sigue ejerciendo su dictadura.

Y contra la dictadura de los burgueses, no podemos pensar en fórmulas de consenso o en soluciones intermedias, es necesario plantear claramente que la clase trabajadora debe imponer a los burgueses su propia dictadura. Dictadura que se basa en la conquista de los medios de producción y la socialización de estos medios bajo el control obrero, y en la toma del poder político para instalar un Estado Obrero, basado en los Consejos Obreros, en los órganos de democracia directa de la clase trabajadora.

¿Por qué usamos la palabra “dictadura” de los trabajadores o “dictadura del proletariado”, considerando que el término puede estar asociado a las dictaduras burguesas del siglo pasado, sobre todo en nuestros países de Latinoamérica, y que la incomprensión de los anarquistas ve en ella un ente burocrático? Porque cuando los trabajadores le arrebaten a los patrones el poder de sus fábricas y empresas, éstos no van a quedarse de brazos cruzados, intentarán por medio de la fuerza y de la violencia física recuperarlos. La clase obrera, armas en la mano, debe garantizar que la burguesía no retome el control ni sobre los medios de producción ni sobre el control político. Hacia la burguesía, la clase obrera ejerce así su dictadura: La dictadura del proletariado.

¿Pero está preparada la clase obrera hoy para poder ejercer su dictadura, entendida de este modo, es decir, para establecer un gobierno de los trabajadores? No. El actual contexto de luchas del movimiento estudiantil, aún apoyados por amplios sectores populares, dejaron en evidencia que la clase trabajadora como tal, no logra aún reponerse de la derrota que significó la dictadura de Pinochet, para volver a salir a la lucha. Si no ha podido hacer esto, mucho menos es capaz, hoy por hoy, de plantearse como tarea inmediata la toma del poder político, por responsabilidad de sus direcciones burocráticas y reformistas, que buscan impedir su contra la división y la fragmentación que le impone la burguesía buscando debilitarla, y revertir así la derrota de la dictadura.

Los revolucionarios no podemos por lo tanto, anteponer la carreta a los caballos. Pese a que nuestro principal estratégico objetivo es que gobiernen los trabajadores, y vamos a orientar todas nuestras energías para que este fin se cumpla, no podemos plantearlo hoy como una consigna inmediata. ¿Qué debemos plantear entonces?

Ante todo, es necesario que partamos por preguntarnos en qué circunstancia concreta nos encontramos y cuáles son las tareas inmediatas que entonces están planteadas, para poder formular así hacia el movimiento obrero un programa concreto que nos permita llegar al objetivo final.

Por todos lados, escapando por cada grieta, encontramos actualmente las sentidas demandas democráticas de no solo la clase obrera, sino del conjunto de los explotados y los oprimidos. La tarea a la orden del día no es la conquista del poder como muestra claro la realidad, sino la búsqueda de resolución de toda una serie de problemas democráticos que van desde el no acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, el problema de la tierra en los mapuche, el derecho a la auto-determinación, el problema de la apropiación por parte de las empresas transnacionales e imperialistas de los recursos naturales, la existencia de un sistema electoral binominal, etc. En Chile la mayoría de los derechos democráticos no existen, como la libertad de prensa, la libertad de reunión, de asociación, el derecho a la huelga, es decir, libertades democráticas son prácticamente desconocidas como producto de una brutal dictadura patronal.

¿Qué hacemos con estos problemas entonces? “¿Rechazamos de plano todas las consignas democráticas, todas las consignas transicionales o preparatorias y levantamos únicamente la de dictadura del proletariado? Sería hacer gala de un sectarismo estéril, doctrinario.”[1]

¿El carácter de estas consignas es socialista y por lo tanto solo se resuelven con la dictadura del proletariado? No. Son, simplemente, tareas democráticas, que dejó irresuelta la burguesía, y que el Partido Comunista apuesta porque termine de resolver. Son problemas que no solo padece la clase obrera, sino también los pobladores, los estudiantes, el pueblo mapuche.

Para el reformismo clásico las cosas se resuelven así: En una primer etapa, los sectores de la burguesía progresista apoyados por el proletariado terminan de hacer su revolución, que tiene por lo tanto un carácter democrático burgués; y en una segunda etapa la clase obrera avanza en la revolución socialista. Es decir, primero una clase hace su revolución y cumple con sus tareas. Y después la otra clase hace lo mismo con las suyas.

Pero las lecciones de la Revolución en Rusia durante 1917 son muy distintas a estas afirmaciones. Pusieron de manifiesto que no es posible la transformación de la revolución democrático burguesa que tiene por protagonista a una clase, en una revolución socialista que tiene por protagonista a otra, mucho menos de manera pacífica. Para Trotsky y para Lenin el carácter de la revolución es por lo tanto permanente, la clase obrera desde el inicio, toma las tareas democráticas no resueltas por la burguesía -sin ninguna alianza con ésta-, en el mismo proceso en el que entrelaza estas tareas con las tareas de la revolución socialista. Como dice Trotsky refiriéndose a la revolución rusa: “El proletariado victorioso empezó por la resolución de los problemas democráticos, y poco a poco, mediante la lógica de su dominación, enfocó las cuestiones socialistas.”[2] La resolución integra y efectiva de las tareas democráticas, solo pueden darse en la dictadura del proletariado.

¿Y cómo logra hacer esto la clase obrera? Precisamente mediante consignas como la de Asamblea Constituyente, que es una consigna articuladora. Para que la clase obrera pueda llegar al momento de plantearse la cuestión del poder, tiene que necesariamente primero, ganar al resto de los sectores explotados y oprimidos, demostrarles en los hechos que es capaz de dirigirlos, y eso solo lo hace dando respuesta a sus problemas y demandas más sentidos, que son precisamente problemas democráticos (derecho a la educación, a la vivienda, a la salud, a la tierra para el pueblo mapuche, el derecho a la auto-determinación, etc.)

Trotsky, refiriéndose a China, que caracteriza como un país semi-colonial, plantea que con la consigna de Asamblea Constituyente “la vanguardia podrá unificar a su alrededor a las grandes masas obreras, a la clase media urbana oprimida y a los cientos de millones de campesinos pobres para la insurrección contra los opresores extranjeros y nativos”[3], pero que al mismo tiempo “debemos explicarles a los elementos de vanguardia de la clase obrera que la asamblea constituyente es solamente un paso en la senda revolucionaria. Nos orientamos hacia la dictadura del proletariado bajo un régimen soviético”.

Esta consigna por lo tanto, nunca pierde vigor siempre que haya problemas democráticos por resolver. De otro modo, será la burguesía y sus sectores progresistas los que engañen al pueblo pobre tomándolas parcialmente. O peor aún, serán los reformistas, los que tomando esta misma consigna, la descompongan hasta su máxima degradación para justificarse a si mismos como un sostén del régimen. El Partido Comunista por ejemplo, al igual que la secta stalinista Partido Comunista – Acción Proletaria, plantean la necesidad de una Asamblea Constituyente, pero no como tránsito hacia la toma del poder, sino como tránsito hacia una “Nueva Constitución”[4]. Es decir, una mera reforma a la constitución actual.

¿Los revolucionarios podemos permitir que ya sea la burguesía o ya sea el reformismo se abandere de las consignas democráticas y arrastre tras de si a los sectores del pueblo pobre? No. ¿Los revolucionarios tenemos que plantear que solo la dictadura del proletariado podrá resolver estos problemas y por lo tanto habrá que esperar hasta que esté planteada su realización? No. Pues si hacemos esto, el tiempo perdido lo tomarán o la burguesía o los reformistas, o lo que es peor, una coalición entre ambos.

Ahora bien, para el marxismo en general el problema de los tiempos es un tema clave. La discusión sobre la Asamblea Constituyente es tan profunda y concreta que no solo se plantea para el período previo a la revolución o preparatorio, sino que además existe la posibilidad de su necesidad incluso aún después de la toma del poder. “Incluso unas semanas antes de la victoria de la República Soviética, e incluso después de esta victoria, la participación en un parlamento democrático burgués, lejos de perjudicar al proletariado revolucionario, le permite demostrar con mayor facilidad a las masas atrasadas por qué semejantes parlamentos merecen ser disueltos, facilita el éxito de su disolución, facilita la caducidad política del parlamento burgués”[5].

Existe contrariamente también la posibilidad histórica planteada, pues todo depende siempre de las situaciones concretas, de que aunque los revolucionarios levantemos esta consigna, nunca se llegue a su realización práctica, pues como afirma Trotsky “no hay que decir que sería una pedantería digna de Stalin afirmar que las masas populares no pueden y no deben jamás, bajo ninguna circunstancia saltar por encima del escalón constitucional (…) En Rusia la Asamblea Constituyente (…) tuvo un único día de existencia. Históricamente se puede concebir perfectamente situaciones en las que no existan siquiera estos pocos años y este único día”.[6]

Pero eso no quiere decir de ningún modo, que debamos dejar de plantear la consigna, pues no podemos confundir los deseos con la realidad. “Debe recordarse aquí que el bolchevismo no llegó al poder enarbolando la consigna abstracta de dictadura del proletariado. Combatimos por la Asamblea Constituyente de manera mucho mas audaz que los demás partidos”.[7]

Ahora bien, además, cuando hablamos de Asamblea Constituyente, decimos que debe ser en base a la movilización, libre y soberana. Libre para la discusión de todos los temas planteados. Soberana porque debe ser resolutiva. “Por eso se debe levantar la consigna de asamblea constituyente en base al voto universal, directo, igualitario y secreto, lo más enérgicamente posible y librar una lucha valiente y resuelta en torno a ella”.[8]

Queda así una última pregunta por hacerse ¿cómo se pasa entonces de la Asamblea Constituyente a la toma del poder, considerando el carácter permanente de la revolución? Aquí interviene el tercer elemento de mayor importancia: los soviets, que son el órgano de poder de la clase obrera en contraposición a la burguesía. Y Trotsky explica perfectamente este paso cuando dice que “el ejemplo de Rusia muestra, que cuando progresa la revolución, el proletariado organizado en soviets puede, por medio de una política correcta dirigida hacia la conquista del poder (por medio de la insurrección armada), arrastrar al campesinado, hacerle chocar frontalmente con la democracia formal personificada por la Asamblea Constituyente y empujarle por el camino de la democracia soviética. En cualquier caso, no se llega a estos resultados oponiendo simplemente los soviets a la Asamblea Constituyente, sino arrastrando a las masas hacia los soviets, conservando siempre las consignas de la democracia formal hasta el momento de la conquista del poder e incluso después”.[9]

Un partido revolucionario debe poder distinguir el momento preciso en el que tiene planteada la lucha por la Asamblea Constituyente, la lucha por la constitución de los soviets –que cruza todo el proceso- y la lucha por la toma del poder. Esta es su tarea. Y es precisamente donde radica el genio de Trotsky y Lenin.


Enero, 2012

[1] Problemas de la Revolución Italiana. León Trotsky - 14 de mayo de 1930
[2] La Revolución Española y los peligros que la amenazan. León Trotsky – 28 de mayo de 1931
[3] Manifiesto sobre China de la Oposición de Izquierda Internacional. León Trotsky – Septiembre de 1930
[4] Ver “Manifiesto de Acuerdo Nacional para la Democracia Social Ahora”. Partido Comunista -  13 de Agosto de 2011. Y declaraciones del Partido Comunista Acción Proletaria en su página web en donde dicen que “el pueblo quiere cambios a la constitución”
[5] La enfermedad infantil del izquierdismo. Lenin
[6] Escritos sobre Revolución y Asamblea Nacional Constituyente. León Trotsky - 1929
[7] Problemas de la Revolución Italiana. León Trotsky – 14 de mayo de 1930
[8] La consigna de la Asamblea Nacional en China. León Trotsky - 2 de abril de 1930
[9] Escritos sobre Revolución y Asamblea Nacional Constituyente. León Trotsky - 1929


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